Universidad de Alcalá


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Dos palacios

El primer trabajo de Manuel Laredo en Alcalá fue un proyecto de restauración de la Capilla del Oidor, presentado en 1876, el cual no llegó a cuajar aunque despertó el aplauso de muchos. Siguiendo este camino acometió, entre 1878 y 1882, la restauración de las mejores salas mudéjares del Palacio Arzobispal, dentro del proyecto de reconversión del viejo alcázar eclesiástico en Archivo General del Reino. A pesar de los múltiples parones, motivados sobre todo por la inestabilidad política, la obra siguió adelante y significó finalmente la restauración de las yeserías y las techumbres del Salón y Antesalón de concilios, Salón de San Diego y Salón de Isabel la Católica, además de otras estancias secundarias rehechas según la moda romántica y colorista de entonces. A raíz de este trabajo la Junta de Obras del Archivo le nombró jefe de trabajos decorativos, ejerciendo como si fuera el auténtico arquitecto responsable de las obras. Plenamente integrado ya en la vida complutense, participa en el proyecto de la estatua de Cervantes, inaugurada en 1879 y colocada en la Plaza Mayor.

Un año más tarde, en 1880, compró unos terrenos en las eras de San Isidro, sobre los que construiría el Palacio Laredo, un conjunto arquitectónico historicista de inspiración neomusulmana. Terminado en 1884, la familia se trasladó al año siguiente, residiendo allí hasta la retirada de Laredo a Madrid en 1895. La gran inversión que supuso la construcción nos habla de una estabilidad económica y familiar. Con esta obra, nuestro hombre demostró además poseer una excepcional visión de futuro, ya que edificó el palacio en una de las vías fundamentales de la ciudad, el Paseo de la Estación, que unía desde 1859 la estación de ferrocarril con el centro histórico.

Las características principales de este edificio son la originalidad y la calidad excepcional de su arquitectura, siendo uno de los últimos y más apreciables ejemplos del historicismo neomusulman madrileño. Hay que resaltar que todo en el edificio, desde la planimetría hasta la ecléctica ornamentación interior, es obra de Manuel Laredo, quien puso en práctica sus mejores cualidades como arquitecto, diseñador y pintor decorador, con ánimo de conformar una obra de arte total, gran colofón a su carrera. Hablamos más ampliamente de todo ello en el siguiente apartado de esta sección.

Lo suntuoso del palacio está en línea con el estilo de vida del constructor, establecido firmemente como uno de los máximos referentes sociales de Alcalá (figura como segundo contribuyente en 1893). Laredo pertenecía a la Venerable Orden Tercera y a asociaciones locales de interés cultural, de las que surgieron tertulias eruditas entre los personajes más ilustrados del ambiente complutense de la época, como Lucas del Campo, el Marqués de Ibarra, Esteban Azaña, Félix Huerta, Martín Pastells, Juan José Lecanda, Félix Yuste y muchos otros, todos ellos responsables del anteriormente mencionado renacimiento cultural alcalaíno durante este último tercio del siglo XIX. Obras como España Artística y Monumental de Pérez Villaamil (1842), Monumentos Arquitectónicos de España (1878-1880) o Museo Español de Antigüedades (1877) muestran el interés por Alcalá existente en el resto del país, seguido por estudios más localistas como Reseña histórica de los monumentos de Alcalá de Henares de López y Ramajo (1863), Guía del viajero de Acosta de la Torre (1882), la Historia de Alcalá de Esteban Azaña (1883) y un largo etcétera. También en esta época se inician las primeras publicaciones periódicas alcalaínas: La Cuna de Cervantes (1875), El Heraldo Complutense (1879), El Complutense (1884), La Gaceta Complutense (1886) o El Eco de Alcalá (1887).

Cabecera del periódico 'La Cuna de Cervantes'

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