Universidad de Alcalá


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Alcalá en obras

Este interés bibliográfico por Alcalá se produce paralelamente a las interminables obras de restauración del Palacio Arzobispal, de las cuales partió también la idea de crear un Museo Aspecto del Palacio Arzobispal tras la restauraciónArqueológico Municipal que sería instalado allí. Gran número de iniciativas monumentales y urbanísticas ven la luz en estos años: las estatuas de Cervantes (1879) y El Empecinado (1879-1882), proyectos sobre un monumento al Cardenal Cisneros, El Hotel de Don Marcelino Clos (1880), el Teatro Grande (1888), la casa de Joaquín Ibarra en la calle Mayor, la Quinta de San Luis (1892) El Círculo de Contribuyentes (1893), el Hotel Cervantes, el kiosco de música (1898), el Matadero (1882-1898), la capilla del Convento de las Adoratrices y del Seminario Mayor, varias casas señoriales y proyectos para convertir el convento de Agonizantes en Ayuntamiento. Es evidente que Manuel Laredo no participó en todas ellas, pero sí que fue testigo de excepción de una época dorada para Alcalá, a la cual contribuyó de manera decisiva tanto en su génesis como en su desarrollo. Se trata del mayor artista decimonónico de Alcalá de Henares, aglutinador tanto de los antiguos intereses románticos complutenses como de los modernos esquemas del ámbito cultural madrileño. Se nos presenta así el Palacio de Laredo como una arquitectura singular, entre el neomudéjar más castizo y el modernismo más vanguardista. No por ello deja de ser una consciente demostración de señorío, signo de diferenciación social dado el ingente esfuerzo económico y artístico que supuso.

Entre 1880 y 1890 Manuel Laredo se dedicó principalmente a la pintura mural, realizando escenografías teatrales de carácter efímero y retablos fingidos como por ejemplo los del Beaterio de San Diego (1881), la iglesia de Santiago, la ermita de San Isidro (1885) y el Oratorio de San Felipe Neri (1894). Todos ellos espectaculares en lo compositivo y de variadas soluciones formales, desde el revival neogótico y neobarroco, hasta el neoclasicismo más riguroso. Estas arquitecturas pintadas tuvieron un enorme éxito, ya que se trataba de un recurso barato y práctico para sustituir antiguos retablos barrocos de madera, destruidos en la guerra de la Independencia.

También se dedicó a la pintura de caballete, realizando una Oración en el Huerto, dos vistas de la Catedral de Barcelona, una del Colegio del Rey de Alcalá y un retrato a plumilla de León X, además de dos retratos de la reina María Cristina (boceto y lienzo) conservados en el Ayuntamiento de Alcalá. El dinero obtenido por estos trabajos se destinó seguramente a la construcción del palacio.

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