Cristóbal Lozano y Sánchez
(1609-1667)

Sacerdote y escritor español que gozó de gran popularidad y estima en su época, a tenor de las numerosas ediciones que de sus obras se hicieron. Nació en Hellín, Albacete, el 26 de diciembre de 1609, cuarto hijo de los seis que tuvieron Gaspar Lozano y de la Fuente y Ana Sánchez y López, familia humilde; murió en Toledo el 3 de octubre de 1667. En su infancia simultaneó el aprendizaje de las primeras letras con el oficio de carpintero. Estudió en la villa de Alcalá de Henares la carrera sacerdotal, a donde fue hacia 1630, aunque su nombre no figure en los libros de matrículas de la Universidad; su estancia en dicha villa queda patente por sus escritos y la dedicatoria del año 1663 de las Soledades a don Pedro Portocarrero, condiscípulo y amigo suyo, que le protegió más tarde. De esta época son algunas de las Serafinas, novelas cortas no impresas en vida del autor, llamadas así por ir dirigidas a una dama de aquel nombre. No debió de pasar la estancia de Lozano en Alcalá de tres años y medio, pues en 1634 era ya licenciado y estaba en Hellín. Tras ordenarse sacerdote, ejerció su ministerio en Valencia —a donde se trasladó en 1635— y otros lugares, hasta doctorarse en teología, de nuevo en Alcalá, en 1640. De 1641 a 1645 desempeñó los cargos de "cura ecónomo y vicario" y el de "comisario de la Santa Cruzada de la villa de Hellín y su partido". Fue Procurador Fiscal del Obispado de Murcia entre 1646 y 1650, residiendo varios años en Madrid, para pasar en 1664 a Toledo, donde fue capellán de los Reyes Nuevos hasta la fecha de su muerte. Sus restos serían llevados a Hellín en 1669, siendo enterrado en la capilla de San Pascual del convento de San Francisco. Sobrepuso siempre su afición literaria a sus obligaciones eclesiales, y viajó mucho, lo que le dio una visión humanista de la cultura. En su obra doctrinal-narrativa destacan sus Flores Sacramentorum (Valencia, 1635), recopilación de sentencias, el Marial o Discursos sobre la Virgen y El Buen Pastor (1641), destinada a la formación moral del sacerdote. Su fama obecede, sin embargo, a las novelas cortas contenidas en Soledades de la vida y desengaños del mundo (1658). Cultivó con menor éxito la poesía y el teatro, relacionándose con Lope de Vega y Calderón de la Barca, de quienes fue amigo, así como lo fue también de Juan Pérez de Montalbán y de Fray Diego Niseno. Es autor, además, de la trilogía ascético-histórica integrada por el David perseguido (en tres partes: 1652, 1659 y 1661), El rey penitente David arrepentido (1656) y El gran hijo de David más perseguido (en tres partes: 1663, 1665 y 1673), así como de Los Reyes Nuevos de Toledo (1667), biografías de los monarcas enterrados en la Capilla de los Reyes Nuevos. Sirvió de enlace entre la época clásica y la moderna al recoger historias y leyendas populares que más tarde retomaría la literatura romántica, pese a haber sufrido los ataques de algunos escritores neoclásicos, entre ellos Leandro Fernández de Moratín y Lista, en el siglo XVIII.