San Ignacio de Loyola
(1491-1556)

Sacerdote fundador de la Compañía de Jesús. Íñigo de Óñez y Loyola, a veces llamado por error Íñigo López de Recalde, nació en 1491 en el castillo que su familia tenía en Azpeitia (Guipúzcoa) y de joven fue paje en la corte de Fernando el Católico. Hizo la milicia a las órdenes de Antonio Manrique de Lara, duque de Nájera, y participó en la represión de la rebelión de las Comunidades, resultando herido en una pierna, en 1521, durante la defensa de Pamplona ante los ataques franceses. Mientras se recuperaba leyó varios libros religiosos que le llevaron a consagrarse a la vida espiritual. Después de hacer confesión en el monasterio de Montserrat, en 1522, se retiró a una cueva cerca de Manresa, donde vivió y rezó durante diez meses con una gran austeridad, tras lo cual emprendió un viaje de peregrinación a Jerusalén. Regresó a España en 1524 y estudió en las universidades de Barcelona, Alcalá de Henares (1526 a 1527) y Salamanca. Durante su estancia en Alcalá, Ignacio sufrió tres procesos por sospechas de iluminismo. A consecuencia del tercero de ellos fue encarcelado durante cuarenta y dos días, según él mismo cuenta en una carta fechada el 15 de marzo de 1545 al rey de Portugal. El arzobispo de Toledo Fonseca tomó a Ignacio bajo su protección y lo alejó de Alcalá, llevándolo a Salamanca. En 1528 marchó a París, en cuya universidad se licenció en Artes y, al año siguiente, fundó una fraternidad piadosa que, más tarde, terminaría por convertirse en la Compañía de Jesús. En 1537 los miembros de la fraternidad se dirigieron a Roma, donde Loyola fue ordenado sacerdote en 1538, y recibieron el permiso oral del Papa Pablo III, quien emitió la confirmación oficial de la orden en 1540. Por la bula Mare Magnum, la Compañía fue declarada exenta de jurisdicción episcopal, de tributación y de tener a su cuidado la dirección espiritual de religiosas. Un año después, Loyola fue elegido primer general de la orden y, además de administrar los asuntos de la Compañía, se dedicó a completar la redacción de sus Ejercicios espirituales y a escribir las Constituciones de la orden, terminadas después de su muerte, el 31 de julio de 1556, que, en lo sustancial, nunca han sido modificadas. En Roma fundó los colegios Romano y Germánico. Ignacio de Loyola fue canonizado por el Papa Gregorio XV en 1622 y, debido a sus Ejercicios espirituales, que ha servido como modelo para la mayoría de las misiones y retiros católicos, es patrón de los retiros espirituales. Su festividad se conmemora el 31 de julio.